Nuestros apostolados derivan de la
imitación de la vida oculta de Jesús y se harán en el ámbito de la vida
nazarena ad intra de la Fraternidad.
Y es que la sola presencia de Jesús
irradiaba, explotaba de amor a sus amigos. Él vivió tres apostolados
ocultos:
- Amar entrañablemente a su Madre la Virgen María.
- Vivir la infancia espiritual en toda su plenitud, devolviéndonos a
los hombres la verdadera imagen del Padre y enseñándonos el camino filial para
ser hijos.
- Santificar el momento presente en la Santa Casa de Nazareth, en el
silencio de la oración y el trabajo manual.
Poustinia: vocablo ruso que designa un
tiempo de desierto y oración
en silencio a solas con Dios en una pequeña cabaña
aislada.
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Conforme a su misión contemplativa, la Fraternidad aportará a la Iglesia diocesana y Universal pequeños lugares de oración en los que se podrá ensanchar el corazón en la Adoración Eucarística y el silencio. No se trata de casas de retiro, sino de pequeños santuarios de adoración, pequeñas cabañas (pustinias). Éstas serán destinadas especialmente para sacerdotes, religiosos y todo aquel que quiera respirar a Dios.
Nuestros apostolados brotan conforme a dos tipos:
- Apostolado
silencioso: La Fraternidad vivirá su irradiación apostólica
por su sola presencia, simple y
sencilla, de una manera auténticamente contemplativa en su vida ordinaria. Seremos
como la levadura en medio de la masa, oculta e insignificante pero profunda y
enraizada.
- Apostolado por
irradiación: Sabremos que todo apostolado brota de la
contemplación (no hay ningún anuncio evangélico que no nazca de la fecundidad
del desierto), y así, imitando a Jesús de Nazareth, realizaremos apostolados moderados de acuerdo a
nuestro carisma particular, como una explosión de amor de una vida plenamente
eucarística, mariana y de sencillez evangélica.
La Fraternidad abrirá, por extensión e irradiación de
vida, sus fraternidades para que nuestros hermanos y amigos compartan los tres
apostolados ocultos de la Fraternidad conforme a tres escuelas: Escuela de María, Escuela de Infancia Espiritual y Escuela de Nazareth. Estas escuelas no tienen un sentido apostólico
propiamente dicho, sino que será nuestro diezmo a la Iglesia como una extensión
oculta de nuestra espiritualidad. Su misión consistirá en hacer que Jesús sea
adorado en su Presencia Eucarística y que María sea amada a través de la consagración
al Inmaculado Corazón de María.
Escuela
de María
En la escuela de María se aprende
a amar a María Virgen y Madre. Para
amarla hay que conocerla en profundidad y adentrarse en el misterio de su
Inmaculado Corazón; haciendo todo al ritmo de María. En esta escuela se aprende
a vivir nuestro bautismo y a ser dóciles al grito que brotó de Jesús en su
agonía: “He ahí a tu Madre”. Es una
exigencia para acoger a María como Madre y dirigirle nuestras miradas para
entender qué es en verdad la Iglesia, pues Ella es la Virgen hecha Iglesia.
En
esta escuela nos prepararemos para consagrarnos
a Jesús por medio del Inmaculado Corazón de su Madre, y a vivir en nuestros
hogares al estilo de iglesias domésticas bajo el signo y amor de la Madre de
Dios.
Escuela
de Infancia Espiritual
En esta escuela se aprende el
camino de vida evangélica vivido por Santa Teresita, con formación bíblico-místico-espiritual,
y enfocado a la vida cotidiana. Se experimentará que cualquiera de nosotros puede aspirar a la santidad aún y por medio
de las debilidades, entrando en un caminito de absoluta gratuidad en donde se
descenderá a lo profundo del humus de la persona, cimiento imperfecto de este
caminito de amor. El mayor martirio de este caminito será matar el propio orgullo y hacer, no grandes cosas, sino pequeñas cosas con un amor extraordinario.
Así, el Pueblo de Dios llevará en su vida cotidiana una dinámica de amor que es
sufrido, paciente, alegre y responsable.
En esta escuela se hará la invitación
y preparación para hacer el Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso. Para
acceder a esta escuela se tendrá que haber hecho previamente la formación en la
escuela de María.
Escuela de Nazareth
“Los métodos de Jesús en el pesebre, en
Nazareth y en la Cruz fueron: pobreza, abyección, humillación, abandono,
persecución, sufrimiento, crucifixión. Éstas son nuestras armas, la de nuestro
Divino Esposo, el único Salvador, y también la única Sabiduría y la única Verdad.
No encontraremos a nadie mejor que Él, y Él nunca envejece. Sigamos a este Modelo
único y tendremos la seguridad de que hacemos mucho bien, pues en adelante no
seremos nosotros los que vivimos, sino que será Él quien viva en nosotros.
Nuestros actos ya no serán nuestros, humanos y miserables, sino suyos,
divinamente eficaces”. (Beato
Carlos de Foucauld; 15 de enero de 1908)
En esta escuela se experimenta el camino oculto y abyecto de Jesús en Nazareth bajo la mirada de su
Madre y bajo la protección amorosa del Glorioso San José. Es una escuela donde se aprende a orar y meditar. Se
recorrerán los místicos espirituales, con predilección de los Carmelitas
Descalzos, y se ahondará en las Sagradas Escrituras, no con un estudio sistemático
sino a la manera de la Lectio Divina.
Se destacará la importancia de tener un acercamiento asiduo y cotidiano con la Palabra del Señor. También se ayudará
al fiel, en un clima sencillo y familiar, a descubrir el valor profundo del silencio que no es algo exclusivo para los
religiosos sino que es una necesidad imperiosa para todo cristiano que quiere
escuchar la voz de Dios en su corazón. Aprenderán que para comprender la
Voluntad de Dios hay que orar con el corazón, en forma espacialísima delante
del Santísimo Sacramento, y hay que alimentarse con las dos fuentes que
corrieron el velo de los discípulos de Emaús: la Eucaristía y la Palabra.
Se adentrarán los fieles en el conocimiento del Beato Carlos de Jesús (Foucauld) y de Sor Magdeleine de Jesús (Hutin),
quienes hicieron de sus vidas un Nazareth y se hicieron hermanitos de Jesús y
de todo ser humano y criatura viviente. Se los invitará a hacer pequeños
momentos de retiro en la sola compañía del Santísimo y la Palabra. Así, irán a
lo esencial de su corazón y podrán detectar las enfermedades de su alma,
mediante la oración y confesión, lanzándose al camino de la gratuidad.